La salud sexual es una de las necesidades básicas del ser humano y según la Organización Mundial de la Salud, se define como un estado de bienestar físico, mental y social en relación a la sexualidad, que requiere de un enfoque positivo y respetuoso, así como también del derecho de tener experiencias placenteras, seguras y libres de toda discriminación y violencia. Sin embargo, en la actualidad, cuando el mundo vive la peor crisis sanitaria del último siglo, la emergencia ha obligado a que muchos prioricen otras necesidades, como la seguridad, vivienda o el sustento económico mediante el trabajo.
Además, la depresión, la angustia, la ansiedad y los miedos propios de este escenario han tenido un efecto negativo sobre el deseo sexual. “La salud mental influye mucho en cómo vivenciamos y sentimos nuestra sexualidad, si nuestro estado de ánimo se ha visto afectado, por supuesto va a influir. En tanto, si vivimos una sexualidad desde el bienestar y el placer, nos favorecerá y mejorará nuestra autoestima, satisfacción personal y relaciones con otros. Es importante que entendamos que el placer es un derecho que tenemos y precisamente, ese es el lema que la Asociación Mundial de la Salud Sexual ha querido remarcar este año.